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Derribar para Construir

27 set

Imagina por un momento que un empresario de la construcción decide comprar un gran solar para iniciar una obra monumental. Contrata al mejor arquitecto, desarrolla el mejor diseño posible, realiza los planos con exactitud milimétrica y se asegura de tener suficientes recursos como para realizar la más hermosa edificación de todos los tiempos.
Debido a que viaja mucho, decide encomendar la construcción a una contrata “de buen nombre” y delega la construcción del edificio en ellos, para que las obras no se demoren por su ausencia.

Pasa el tiempo, y cuando el empresario viene con expectación a contemplar el desarrollo de su obra cumbre, se encuentra la desolación de que los encargados de la contrata han decidido hacer algunas “mejoras” a los planos por propia iniciativa, al punto de que el proyecto ya no se parece en nada al original.

¿Qué piensas que hará el empresario? Sin duda, mandar ante los tribunales a estos malos constructores por no haber cumplido el contrato, por no hacer lo que se les había encomendado ¿Verdad? Es más, luego, muy a su pesar, se verá obligado a demoler la construcción hasta los cimientos, hasta el punto en el que comenzó a desvirtuarse, para levantar nuevamente el proyecto que en principio tenía pensado… ¿Y quién crees que pagará los gastos de demolición, y reconstrucción?

Leamos ahora un pasaje de la Biblia, en el que vemos la manera en que Dios llamó a Jeremías para que hablara de su parte, es decir, para ser profeta:

Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, “para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar.” (Jeremías 1:10)

Dios es como ese empresario, que dejó unos planos perfectos pero no encontró a los edificadores fieles. Eso no quiere decir que haya fracasado, solamente que buscará edificadores de confianza para construir lo que de veras quiere. En tiempos de Jeremías ya pasó, y lo expresó con claridad: Te he puesto para… Derribar… y para poder Construir después.

¿Crees que es posible construir algo admirable sobre cimientos erróneos y estructuras torcidas? NADIE en su sano juicio “aprovecharía” los materiales viciados de un edificio mal edificado, y menos aún Dios, quien desde luego, no tiene falta de “recursos financieros”. Por eso es que hoy día, como la historia es cíclica y se repite de continuo, y tanto más ahora que estamos a la espera de la manifestación de todas sus promesas en estos “últimos tiempos”, Sus Palabras cobran vida, y busca personas fieles que, como Jeremías, estén dispuestos a derribar y destruir todo lo torcido, para poder construir y plantar lo correcto. Justo ese es el propósito principal de este blog.

Pero ¿Qué hay que derribar? ¿Qué cosas hay que cambiar?

Muchas, desde luego. Un solo artículo no puede contenerlo todo, a lo largo del tiempo, y con la ayuda de Dios, iremos viendo diversos temas en los que hemos de ARREPENTIRNOS, cambiar de camino y retomar el correcto, demoler las edificaciones torcidas y edificar la que Dios tenía planificada desde el principio de los tiempos. Te dejo algunas ideas a modo de ejemplo:

Dios quiere construir un edificio llamado iglesia, con piedras vivas que son los creyentes sinceros (personas)… Pero a veces nos preocupamos más por construir “iglesitas” (de ladrillo) por doquier. 1ª Pedro 2:5 dice: “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”

Dios quiere sacrificios espirituales, pero nosotros nos empeñamos en hacer sacrificios materiales. Limpiamos lo de fuera del plato y nos preocupamos de lo externo, miramos la apariencia, olvidando lo que de verdad importa, que es invisible y espiritual. Dice Mat 23:25 ¡¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. Dios quiere un edificio limpio y hermoso, y nosotros lo ensuciamos por dentro, dejando que solo “la fachada” esté bien bonita. Decimos una cosa… Hacemos otra.

Dios quería convertir su casa en un lugar para la mutua edificación, donde todos cumplieran su labor… Pero nosotros hemos preferido idolatrar a personas que se ponen solitarias al frente, tomando la responsabilidad de todas las decisiones, y nosotros ni preguntamos, ni indagamos qué piensa Dios de todo esto… Preferimos lavarnos las manos como Pilato y decirle a Dios “No me culpes a mi de los errores del pastor. Si él se equivoca no es mi culpa, yo solo me someto y con eso cumplo”. ¿De verdad es así de simple? Pero entonces ¿Para qué puso Dios a los demás ministerios de la iglesia, los demás pilares: Apóstoles, profetas, evangelistas, maestros, administradores…? 1Cor 12:28 dice: “En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diversas lenguas.”
Y en Efesios 4:11-12 “Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo.”

¿Y para qué te dio un cerebro inteligente? ¿Para guardarlo sin usar y tirar la llave al mar?

La lista sería extensa, y quedan temas vibrantes en el tintero, pero tiempo al tiempo. Lo importante en este punto, es tomar una actitud honesta. No se trata de descalificar a nadie, ni a personas, ni a grupos. Pero Dios quiere una iglesia santa, recta, sin arrugas, diferente y que sea luz verdadera. Es tiempo de orar a Dios que despierte nuestro entumecido discernimiento, para que empecemos a alumbrar a este mundo con la luz de la santidad…

Mateo 6:23b dice: … “Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas, ¿Cuántas no serán las mismas tinieblas?”

Si tu luz no puede ser vista por otros con claridad, si no eres capaz de alumbrar, es porque lo que tú crees que es luz en ti no lo es realmente, porque estás haciendo las cosas según los rudimentos del mundo y no según la sana doctrina del Evangelio. Entonces, tanto más necesitas la ayuda de Dios, y quizás, cambiar de camino. Necesitamos TODOS escuchar personalmente, individualmente, y de forma clara, la voz del Espíritu Santo.

Piensa en esto: Dios es muy grande para encerrarlo entre las cuatro paredes de un templo, y demasiado sabio para encerrar su entendimiento en los credos denominacionales y las doctrinas humanas…
ÉL ES DIOS Y ESTÁ POR ENCIMA DE TODO ESO…

Fonte: NO MAS MITOS CRISTIANOS

 
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Publicado por em 27/09/2009 em POIMENIA

 

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